Descripción
El autor se presenta como un defensor de la globalización, con muchas salvedades; no afirma que sea un régimen bueno por sí mismo; alega simplemente que es el único que hay porque no hay otro capaz de sustituirlo. El optimista cree que vivimos en el mejor de los mundos posibles; el pesimista lo sabe. Lipovetsky es el pesimista, obligado a desarrollar un juego optimista.